Yo sé que mamá estuvo en la guerra, pero ese es un secreto que no le cuenta a nadie. Cada vez que sale de la ducha y veo sus cicatrices, puedo imaginar las historias que se ocultan detrás de cada una y, aunque nunca me atrevo a preguntárselo, adivino que jugó un papel muy importante en todas las batallas.
Papá, sin embargo, nunca ha sido tan valiente, pues en su cuerpo no existe ni el rastro de una herida, y eso que cada noche, cuando los dos creen que duermo, entrenan en su habitación y siempre es mamá quien grita.
Papá, sin embargo, nunca ha sido tan valiente, pues en su cuerpo no existe ni el rastro de una herida, y eso que cada noche, cuando los dos creen que duermo, entrenan en su habitación y siempre es mamá quien grita.
Qué triste... Y suma y sigue, y seguirá. A pesar de todo, tu delicadeza es intachable.
ResponderEliminarLuz.
Delicioso, a pesar del tema en cuestión. Los ojos de un niño como criba del horror.
ResponderEliminarAbrazos,
Maca.
Desde la inocencia... lo mas feo transforma en una historia distinta, una valvula que disimula la dureza de esta vida.
ResponderEliminarTexto interesante y crudo.
Saludos ;)
Tú si que sabes darle alma a tus textos!
ResponderEliminarTriste pero como dice Maca delicioso.
Un abrazo
Este cuento deja en el lector una cicatirz, una hermosa bofetada, Cris.
ResponderEliminarImpactante.
Besos mil
Juan
El tema es crudillo, sí...
ResponderEliminarGracias por tener siempre una palabra amable para mí.
Hola.
ResponderEliminarEn alguna ocasión he visitado este blog. Hoy me animo a comentar.
Me encanta la finura con la que está escrito este relato de tema tan duro.
Me gusta la visión de heroína que tiene el hijo, o la hija, de su madre, porque, desde mi punto de vista, la dignifica en su sufrimiento. No ocurre lo mismo con el padre que "nunca ha sido tan valiente".
Un saludo
le quedarán cicatrices también al niño observador, de esas que no se ven pero que siempre le acompañan a uno, para toda la vida. maravilloso relato.
ResponderEliminarJoder... que fuerte!!!
ResponderEliminarEspero que estés mejor.
Besos.
Toro, ya en casa, con una bonita cicatriz en la espalda y sin dolor.
ResponderEliminarGracias por pasarte, gracias a todos por pasaros.
Ya tengo el libro en el que está publicado este cuento. Ahora me falta la firma de su autora. Tal vez algún día.
ResponderEliminarAléxis.