Aunque por mi expresión creas que sí, a mí ya no puedes engañarme.
Deseas verte reflejado en las pupilas asombradas de la gente; las personas somos para ti sólo un medio para un fin. Actuamos como un filtro óptico, una suerte de espejo deformante que favorece, a través de su percepción distorsionada, que aparezcas como un ser libre de melena al viento, sagaz como un lince. Siempre fantaseando con que tu vida no se ha teñido de hastío, desayunos descafeinados y zapatillas de cuadros, alimentando el engaño de que aún es posible montar una revolución en tu interior para seguir soñando con que aquella insurgencia adolescente armada de buenas intenciones tomará en breve las riendas de un futuro que siempre se aleja. Pero te pierdes en la sima de tu consciencia y vives buscándote en la superficie brillante de hombres y mujeres espejo. Te muestras expansivo, irradiándote como la luz de un faro, imponente, monolítico y sin dobleces; si te asomaras alguna vez hacia adentro, verías, como todos, que sigue ahí aquel infante que fuiste, el tímido, el retraído, el que no destacaba por nada.
Ahora eres un poco más grande y tal vez más inteligente, pero tus miedos siguen siendo los mismos. Hace años, la excusa para dormir con tus padres era la oscuridad; ahora, el pretexto para esconderte se llama rutina. En definitiva, trucos para evitar el quedarte a solas, para distraer a tus fantasmas.
Imagino que te espanta el hecho de verte como un ser anodino, uno de esos del montón que se sientan en la tercera o cuarta fila y que desde allí observa lo que ocurre a quienes tienen el privilegio de estar en el escenario. Me entristece comprobar que tu vida se está convirtiendo en una especie de Speakers' Corner; tú, con sólo un taburete, te fabricas un púlpito e imaginas una audiencia que te aplaude antes de que se cierre el telón. Puede que sin querer, o tal vez queriendo, te hayas ido acostumbrando a las renuncias encubiertas y a las mentiras disfrazadas para no tener que asumir que vives aplazando eternamente las reformas de tu vida, instalado en la comodidad de las felicitaciones por nada, de las palmaditas en la espalda y de la mediocridad de un adulto atrapado en su niñez. Sé que es por eso por lo que aparcas proyectos en arcenes de carreteras que caerán en el olvido, pues en el fondo, el miedo te paraliza, y que prefieres jugar y conformarte con sucedáneos de ese ideal al que no te atreves a mirar de frente.
Yo te observo, te escucho, y como una ilusa aún confío en que algún día te atreverás a intentarlo, pero no como un acto de cara a la galería, sino para demostrarte a ti mismo que puedes, y ahogar así esas voces interiores que te cuentan que el idealismo ha muerto y que lo sensato es conformarse con esto.
¿Mas rapapolvos? No sé a quién irá dirigido, pero lo has dejado planchado...
ResponderEliminarBesos,
Maca
Maca, no va dirigido a nadie en concreto y va dirigido a todo el mundo que se reconozca en el texto.
ResponderEliminarTambién podría servir para mí, por qué no ;)
Besos, muchos besos.
Cuando aprietas las tuercas lo haces bien, je je je.
ResponderEliminarUn abrazo, Cristina.
Aléxis.
Recuerdo cómo mi interior se teñía de oscuridades, me acuerdo del movimiento sibilino de mis trampas interiores, toda una inteligencia dirigiéndose en la dirección de mi propia muerte por autodestrucción. Recuerdo también que entonces me armaba con las palabras como jabalinas y ponía acertadamente la herida a distancia segura, me había asegurado de poner mi oscuridad en el lugar apropiado, en alguien lo suficientemente parecido a mí, lo que me permitiría seguir siendo un hombre bondadoso y con conciencia de justicia.
ResponderEliminarDesafortunadamente mi liberación duraba siempre lo que dura un orgasmo de borracho, una cuenta regresiva hasta adormecer el pedo y hasta el malestar matutino de la resaca.
Hay algo sutil en la decisión de abandonar los actos de venganza, de dejar de creer que son actos de justicia, y eso no es otra cosa que aceptar que los dones de la vida -como es el jugar con las palabras- no pueden ser utilizados como armas arrojadizas. Gracias por recordármelo en esta mañana tan difícil en la que no me apetece currar de manera tan injusta: No ganaré un duro por esto.
Querido Mauro, abandoné hace tiempo mi vocación de relojero aprietatuercas y pocas veces he utilizado este medio para ajustar cuentas o echar rapapolvos, como le decía a Maca. Escribo por y para mí, agradeciendo siempre los comentarios y sin dejar de sorprenderme el hecho de que mi blog tenga un número de dos cifras de seguidores.
ResponderEliminarTengo grabado a fuego que cualquier mal que hagamos deliberadamente es un mal que nos hacemos a nosotros mismos, una fea cicatriz que nos dejará marcados para siempre.
Recordar es bueno, y sacar de esas oscuridades algo positivo, como sé que tú haces, es el camino.
Un beso fuerte y gracias por tu comentario sincero.
A mi parecer en este texto ( muy en tu línea, por otra parte, Cristina )cualquier persona se puede sentir reflejada, porque creo que todos somos así en muchos momentos. No sé ni me importa si estas palabras se dirigen a alguien en concreto. Lo que interesa de tus textos es la forma como destripas el alma y la psicologia del ser humano.
ResponderEliminarUn abrazo, Cristina.
Gálvez de Nieto.
Aléxis, mi forma de apretar las tuercas no es otra que apretármelas también a mí misma.
ResponderEliminarGálvez de Nieto, hay cierta tendencia a creer que todo lo que se escribe es autobiográfico. Tengo infinidad de entradas, escritas en primera persona, que no me reflejan a mí, no al menos en gran medida; otras sí. Y esto se puede aplicar a aquellas en las que utilizo la segunda persona del singular, donde el lector interpreta que me dirijo a alguien en concreto. Y el lector está en todo su derecho de interpretar o malinterpretar, desde luego que sí, porque asumo que si tengo un blog he de aceptar la crítica.
Me fijo en la gente, en las situaciones cotidianas, en todo, porque todo o casi es para mí objeto de análisis y de escritura -mi análisis, errado o no, y mi escritura, acertada o no-.
Agradezco vuestros comentarios y los ratitos que este sitio me da, ya lo sabéis.
Muchos besos.
Ya he pasado por casi todos los estados emocionales.
ResponderEliminarEl de la sensatez me resulta insufrible.
Prefiero una locura emotiva.
Besos.
No, el idealismo no ha muerto. Lo que llamamos sensatez es sólo un convenio, una forma de control impuesta por una sociedad vacía, falsa. Me encantan tus palabras...
ResponderEliminar¡Besos!
Alicia, quiero pensar que hay una parte de esta sociedad que aún respìra :)
ResponderEliminarGracias por esta visita.
Toro, querido, la sensatez es... ¿qué es la sensatez? ;) Supongo que mientras no nos impida vivir y dejar vivir, no es mala del todo. Vaya usted a saber.
ResponderEliminarBesos.
Para cautivadora, tú.
ResponderEliminarBesos.
Ohhhhh, Toro, me dejas sin palabras ;)
ResponderEliminarGracias, ¿eh?
Y besos.