miércoles, 4 de agosto de 2010

Decir


Decir o no decir; si no digo, lo que siento se me pudre dentro y me produce una molesta sensación de irrealidad, un alejarme de mí misma, pasos atrás, menguar. A veces callamos por miedo a 'no sé qué'; siempre he querido ponerle nombre, buscar un motivo para esa contención innecesaria que hace que perdamos momentos estupendos y nos impide alargar la mano para acariciar una mejilla. Miedo, inseguridad, orgullo, o todo junto; no sé cómo llamarle, pero callamos y siento que el silencio puede ahogar igual que el grito.


Cada día apuesto contra mí, me digo ¡basta!, me digo ¡di!, me doy mi palabra, débil hasta ahora tratándose del tema, y pierdo apuestas, al menos unas cuantas, y momentos estupendos, y mi mano se para en el camino y ni te roza, pero ¡cómo desea hacerlo!, dibujando una caricia que se queda en borrador.


Me pregunto qué pasaría si ahora me mirarasy vieras que lo que callo se abre camino entre mis ojos, y dice, y cuenta, y me desnuda. ¿Dirías tú? ¿Te atreverías? Menos mal que no siempre me ves cuando te hablo y sólo te enseño las palabras justas, medidas, escritas a través de mi teclado, razonables, mientras las otras se acumulan dentro convirtiéndose en gusanos que cualquier día acabarán por devorarme.

Y así, en silencio, casi en secreto, vivimos tantas veces el amor, pudriéndose por dentro. Y hoy pienso que es pecado.

3 comentarios:

  1. Amiga Cristina,

    He llegado a tu blog por el comentario que has hecho en el mío, que te agradezco.

    Es muy interesante la reflexión que planteas aquí, de que demasiadas veces nos callamos lo que pensamos, resultando de ello que al otro, o la otra, no le llega nuestra imagen completa.

    Seguramente que al otro, o la oatra, le pasa lo mismo. Si fuésemos capaces de salir de nuestro caparazón y mostrarnos tal como somos, de buen seguro que la vida sería mucho más fácil para todos.

    Seguiré visitándote, para comentar cosas contigo.

    Un cordial saludo,

    Antonio

    ResponderEliminar
  2. ¡Basta! ¡Digamos! Salgamos del caparazón, ¿no?
    Je, apostemos otra vez.
    Antonio, gracias por asomarte. Será un placer compartir ratos contigo.
    un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. y la intención se convirtió en un roce, y el roce con su caricia... no se puede contener lo incontenible, no hay muros, no debe haberlos, si erramos una vez, como si erramos mil, pero un segundo solo de ese amor con mayúsculas habrá merecido la pena.
    Un beso amiga mía, no es un hoy por ti mañana por mi, ni va conmigo, ni va contigo, libres, cabezotas, y sinceras.
    Me gusta pasar por aquí, y libre paso.
    Mil besos

    ResponderEliminar