viernes, 15 de octubre de 2010

Sin palabras


LLevan meses sin nada que decirse, evitándose.

Ella, con la mirada perdida, lamenta la necesidad de huir, mientras él, resignado, entretiene la prisa que se impone, contemplando las palabras que crecen en el árbol que plantaron, aferradas a las ramas. Verbos sin estrenar, adjetivos maduros, están todas, esperando la llegada del otoño para poder ser recogidas y ordenadas cuando caigan al suelo, para reinventar su historia. Pero de repente, nieva.


Meses atrás, aún esperanzados, habían celebrado la cosecha; hoy, al contemplar los copos, lamentan haber olvidado que a veces, no hay otoño.

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