Cansado de que nadie le haga caso, decide recoger todos sus bártulos y cambiar de sitio.
Antes de quitarse el maquillaje abre su vieja maleta y mete dentro la bufanda que le da tanto calor, el sombrero y los zapatos de esparto.
Sin darse cuenta mete también la sonrisa de un viejo, un par de muletas que quizá alguien necesite, la mirada perdida de un adolescente y un vagón de metro que llega con retraso.
La mujer que se acercaba desde el otro lado del andén, supo que era demasiado tarde cuando, dispuesta a sacar una moneda del bolsillo, empezó a verse rodeada de una espesa niebla con olor a cuero putrefacto.
Antes de quitarse el maquillaje abre su vieja maleta y mete dentro la bufanda que le da tanto calor, el sombrero y los zapatos de esparto.
Sin darse cuenta mete también la sonrisa de un viejo, un par de muletas que quizá alguien necesite, la mirada perdida de un adolescente y un vagón de metro que llega con retraso.
La mujer que se acercaba desde el otro lado del andén, supo que era demasiado tarde cuando, dispuesta a sacar una moneda del bolsillo, empezó a verse rodeada de una espesa niebla con olor a cuero putrefacto.
...este micro es desolador... me encanta, Cris..
ResponderEliminar(hoi cm ves, toca lectura y de la buena...)
Gracias, Guillermo.
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