domingo, 27 de marzo de 2011

Acomodador


Él los acompaña hasta sus butacas, ajeno a su historia, deseando que den las once para llegar a casa y maldecir su mierda de trabajo mientras siente "Que es un soplo la vida..." que él se deja en los demás.


No sirven de mucho las miradas de su mujer, repartidas entre el aceite que se quema en el fogón y las ganas de recuperarlo, siempre torpes y aderezadas con el llanto del niño que exige desde su cuna un beso por cada biberón.


A veces, no muchas veces, se pregunta dónde empezaron a abandonar el amor que un día los unió, pero cuando parece que llega la respuesta, es la hora de acomodar a alguien en una de sus butacas y de visionar películas en las que siempre encuentra un papel protagonista.


Y después, siempre vuelve a casa, cuando dan las once, para maldecir su mierda de trabajo.

2 comentarios:

  1. Vida, rutina, monotonia... todos llevamos algo dentro de ese acomodador...
    Grande tu texto...
    Saludos ;)

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  2. No muere el amor, matamos la relación con el tedio, la rutina, esa cotidianidad falta de aderezos.

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