Cada noche recogía con cuidado los pedazos y los ponía encima de la mesa. Después, cogía el costurero y elegía emocionada el hilo con el que deseaba remendarlo, siempre de un color diferente. Enhebraba la aguja más fina para no dejar señales que afearan su apariencia y se colocaba despacio el dedal plateado; un ritual que había perfeccionado a fuerza de costumbre. Sentada en la cocina iba dando puntadas de un ventrículo a otro, con cuidado de no pincharse. Una vez terminada la tarea, lo contemplaba satisfecha y se acostaba, enjugándose las lágrimas.
Por la mañana, antes de salir de casa, lo cogía, se aseguraba de que aún seguía latiendo y lo colocaba en su sitio con la esperanza de regresar con él entero por la noche.
Microrrelato finalista en la II Edición del Concurso de Microrrelatos del Museo de la Palabra ; me doy por satisfecha al haber quedado entre los 225 finalistas, pues se presentaron 14. 253 obras. El premio gordo tendrá que esperar...
ERES GENIAL!
ResponderEliminarVes como yo tenía razón "todo gran artista tiene que tener a alguien que hable mal de él" estás entre las mejores y ahora nadie te lo puede discutir.
Gracias por compartirlo
no te regalo una rosa porque no me deja ponerla aquí, pero que sepas que lo he intentado ;)
Oh... preciosa dureza en tus palabras. Muy grafica la imagen que acompaña tu texto.
ResponderEliminarTu escribes y yo disfruto... ;)
Saludos almendrados
Qué bonito cuento, Cristina. Enhorabuena.
ResponderEliminarMaca.
Hola :
ResponderEliminarMe llamo Roxana Quinteros soy administradora de un sitio web. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello me encantaria contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren tambien en su web.
Si estas de acuerdo hazmelo saber enviando un mail a roxana.quinteros@hotmail.com
Roxana Quinteros
Pues hay que felicitarte doblemente, por ese reconocimiento y por las acertadas puntadas dadas a ese corazón.
ResponderEliminarA mí me encanta.
ResponderEliminarAdemás creo que es imposible una elección justa entre 14.000 ¿cómo puede hacerse una selección de tantos relatos?
Excelente este microrrelato. Un final para morirse, de emotivo.
ResponderEliminarMuchas gracias a tod@s por leerme; os dejo el microrrelato ganador, de la escritora Ana Pastor Carballo:
ResponderEliminarLA SOPA
Nuestro padre solía morirse los domingos. Al principio nos lo tomábamos muy mal: avisábamos al médico, a la funeraria, nos vestíamos de negro, llorábamos… Pero luego, a fuerza de sustos nos acostumbramos, era su forma de vivir, y entre muerte y muerte la vida continuó a la espera de sus nuevas muertes. Su tenacidad para morirse no se debilitaba y una noche, en la cena, en una de sus muertes más teatrales arrastró a mamá con él. Y eso sí fue serio porque ella, que no tenía imaginación, hundió la cabeza en la sopa y se murió.
te felicito, soy un escritor amateur, y mis poemas y cuentos no se comparan a los tuyos, escribes tal como lo haria un angel!
ResponderEliminarJorge, entre las letras yo siempre me siento una principiante, persistente, eso sí...
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Abrazos.
Hola Cristina!
ResponderEliminarLos relatos breves tienen un encanto especial y una habilidad también especial de quien los escribe, "redondear" una historia en pocas palabras y que, además... suene bonita, es un gran trabajo.
"Sus labores" nos encantó y cuando leímos al final el buen desempeño en el concurso reafirmamos que lo merecía. Y un mejor lugar también, por ej. el primero.
Te saludamos en el concurso.
Un afectuoso saludo!
Muchas gracias, Hogar CRECER, y bienvenidos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.