sábado, 9 de junio de 2012

Compulsión a la repetición

A veces me arrastra hacia allí. No sé por qué lo hace y tampoco me atrevo a preguntárselo. Me obliga a  sentarme sobre la hierba en un lugar concreto, siempre el mismo, y apoderándose de mi escasa voluntad, me ata al tronco de un manzano con cintas de colores y me obliga a mantener los ojos bien abiertos y a contemplar los caminos que un día he transitado. Luego me desata, coloca entre mis manos un saco del tamaño de mi vida y después desaparece. Entonces yo regreso de nuevo a mi lugar, vencido por el peso  del  saco rebosante de lastres que  había ido soltando con el paso de los años y que he vuelto  a recoger para reconocer el camino de vuelta. 
Ya en casa, delante de una taza de café, examino mis errores hasta quedarme dormido. Cuando despierto, compruebo horrorizado que el saco está vacío y yo lleno de toda la ira que él ha vaciado. Y vuelvo a entregarme a la tarea de mi reconstrucción, hasta que ella regresa con sus cintas de colores...

6 comentarios:

  1. Y así toda la vida...

    Deberían educarnos de pequeños para eliminar nuestras compulsiones.

    Besos.

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  2. Siempre cometemos los mismos errores, al menos eso parece. Lástima, porque algunos aburren y seguro que hay muchos nuevos y mas interesantes esperando a ser cometidos.
    Besos desde uno de mis caminos, ejejejej.
    Aléxis.

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  3. Suele resultar duro cargar con el pasado, quizá por ello tendemos a olvidar las peores experiencias y reforzar con exageracion las mejores.
    De todos modos quiero decirte que me encato tu relato, volver a leerte.

    Besos almendrados Cristina ;)

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  4. Para tranquilidad de los que me leen, un pequeño apunte: ni tengo saco, ni me lleno de ira (bueno, eso a veces sí) y procuro hurgar en el pasado lo justito... Sólo es un cuento, o una reflexión. aún así, como le comentaba ayer a una amiga, de vez en cuando es bueno mirar el retrovisor, pues la memoria es caprichosa y a veces se desvanece, y hay cosas que uno no debería olvidar jamás.
    Besos.

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  5. El color siempre nos salva..

    Precioso cuento, Cristina, me ha encantado encontrar tu blog :)

    Un abrazo

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  6. Bienvenida, amiga. Prometo actualizarlo en breve, porque llevo una temporada larga casi desconectada de todo lo que no signifique trabajo, y eso no puede ser ;)
    Gracias por tus palabras.

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