"Paul Ehrlich, premio Nobel de Medicina, descubrió que si se inyecta un colorante azul en el torrente sanguíneo de un animal, todos los tejidos, a excepción del cerebro y de la médula, quedan teñidos de ese color. Demostró así que existe una barrera entre la sangre y el cerebro llamada barrera hematoencefálica. Algunos elementos, como el oxígeno o la glucosa, son capaces de atravesarla, mientras que otros, considerados potencialmente nocivos, no lo hacen. Es una barrera selectivamente permeable"
( Viejos apuntes de Fisiología de la Conducta )
Nos mezclamos y nos acercamos unos a otros; hay quienes incluso se empeñan en introducirse en las vidas ajenas por la fuerza, intentando infiltrarse e inyectarse en la sangre, creyendo que esa es la conexión más cercana que existe. Desconocen el camino que ha de recorrerse hasta llegar a la intimidad, ese pase que da acceso libre a la esencia del otro. Incapaces de llegar al alma, se estancan en lo biológico, en la percepción y sensación pasajeras, en la carne. Acceden por los ojos, cuelan sus palabras en nuestros oídos y tratan de transmitir con sus manos un calor impostado. Así se comunican dos cuerpos, dos sacos de reacciones metabólicas con almas separadas y envasadas al vacío. La extrañeza y la incomprensión multiplicadas cada día, hacen que uno se sienta extraño, que especule a propósito de su cordura, de la sutil diferencia entre la locura y la excentricidad, y sobre la punzante soledad de aquellos que están permanentemente rodeados de íntimos desconocidos.
Pero a veces ocurre un pequeño milagro y recuperas la fe y la sonrisa. Alguien, normalmente aquél menos pensado, hace que esa barrera se abra un poco, y rasca el desconchón de la pared, interesado en saber de qué color era el papel pintado que había antes. Habla en tu misma clave, en un discurso compartido que hasta entonces creías sólo tuyo; los referentes coinciden y se abren al tiempo abanicos multicolores, mundos alternativos que el otro te brinda. Amplía tu campo de visión y tu vida se enriquece, formando pequeñas burbujas, rincones tan íntimos que hacen que las censuras se esfumen y que todo fluya libremente en un intercambio sincero, llegando a crearse rutinas que, de tan accesorias, se vuelven imprescindibles para esa pequeña felicidad diaria. Y nos volvemos porosos, abandonando nuestra impermeabilidad hermética, y ofrecemos a manos llenas lo que somos, y paladeamos aquello que nos regalan. Permitimos que actúe la sinergia, que las cosas se sucedan y que la intimidad de los pequeños detalles se adueñe de nosotros.
De algún modo, sucede entonces que los que fueron universos paralelos se funden en uno solo.
Estas entradas me divierten mucho, creo que ya te lo dije en alguna ocasión. Empiezas hablando de un Nobel en medicina para terminar hablando de universos paralelos, jirafas del desierto o piñones para hacer pasteles, ja ja ja. Me gusta ese laberinto que creas para llevarnos al punto al que deseas llegar.
ResponderEliminarBicos.
Toño.
Si es tan bonito como lo cuentas ya me gustaría a mí teñir mis tejidos de azul,aunque últimamente me identifico más con la frase "Así se comunican dos cuerpos, dos sacos de reacciones metabólicas con almas separadas y envasadas al vacío". Ya veremos hasta cuando.
ResponderEliminarBesos azules,
G. de Nieto
Si te ha ocurrido eso eres muy afortunada.
ResponderEliminarDisfrútalo.
Besos.
Toño: Me divierte que te diviertan estas entradas, pero eso es porque me conoces y sabes que en mis laberintos no te vas a encontrar al Minotauro (como Ariadna, yo también dejo un hilo por aquí:)Lo de las jirafas y los piñones me ha hecho gracia, así que lo dejo reposar y si se me ocurre un post que tenga que ver, te lo dedico, jajaja.
ResponderEliminarG. de Nieto: Hay etapas de color azul pitufo y de envasados al vacío. Lo bueno de las etapas es que se suceden unas a otras, así que, ni te preocupes.
Toro, este post va dedicado a todas las burbujas de amistades que me rodean, que no son pocas. No es algo que suceda a diario, pero sí sucede, sí;)
Besos y abrazos, y gracias por entrar (y por decir).
Me gusta tu manera de decir las cosas, te imagino en lo alto de un trampolín mirando hacia abajo -te imagino escribiendo así-, dos pinceladas en tu cabeza y te lanzas al vacío, no sé si con la idea bien clara de lo que vas a escribir o dejándote llevar por una suerte de escritura automática. Eres la hostia.
ResponderEliminarAnónimo, los trampolines me aterran; nunca he sido capaz de tirarme al agua desde arriba, aunque hubiera un ejército de socorristas esperando mi caída. Lo de la escritura automática está en una dimensión a la que yo no he llegado y espero no llegar nunca -moriría de miedo si mi mano empezara a escribir sin contar conmigo, como si la dirigiera vete tú a saber quién...- . Gracias por tu comentario, aunque me gustaría saber al menos tu nombre (me da miedo hablar con extraños ;)).
ResponderEliminarGracias, gracias :)
Cuando se introduce ese contraste solo es para diferenciar lo que no es bueno, de lo que es malo. Tú lo explicas muy bien, lo mismo pasa en la relación entre nosotros, los humanos, la única diferencia que nuestro contraste, es nuestra intuición, que puede no funcionar tan bien. Las palabras atraen al mismo tiempo pueden matar, solo es saberlas utilizar y que decir. Pero la honestidad y la humildad, son dos cosas más fuertes que el contraste, solo dejar caer, que el color azul esta relacionado con diferentes significados y uno de ellos es la verdad.
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