La bala, en la sien, había pasado inadvertida para todos menos para Elena que, antes de enterrarla en el jardín, derramó alguna lágrima de culpabilidad mientras Tomás, arriba, seguía haciendo la liquidación de gananciales.
El reparto fue fácil sin la gata, pues el resto de pertenencias acumuladas sumaba un número par perfectamente divisible que dejaría a ambos satisfechos.
El reparto fue fácil sin la gata, pues el resto de pertenencias acumuladas sumaba un número par perfectamente divisible que dejaría a ambos satisfechos.
Me gusto este relato con final abierto...
ResponderEliminarMejor repartir entre dos... :)
Saludos
Me alegra leerte, Tey.
ResponderEliminarLos repartos han de ser, sobre todo, equitativos, jeje. Un saludo y gracias.
Quedar satisfecho en un reparto, es más bien cuestión de voluntad que de divisibilidad.
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