domingo, 30 de enero de 2011

Reparto


La bala, en la sien, había pasado inadvertida para todos menos para Elena que, antes de enterrarla en el jardín, derramó alguna lágrima de culpabilidad mientras Tomás, arriba, seguía haciendo la liquidación de gananciales.
El reparto fue fácil sin la gata, pues el resto de pertenencias acumuladas sumaba un número par perfectamente divisible que dejaría a ambos satisfechos.

3 comentarios:

  1. Me gusto este relato con final abierto...
    Mejor repartir entre dos... :)
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Me alegra leerte, Tey.
    Los repartos han de ser, sobre todo, equitativos, jeje. Un saludo y gracias.

    ResponderEliminar
  3. Quedar satisfecho en un reparto, es más bien cuestión de voluntad que de divisibilidad.

    ResponderEliminar