miércoles, 21 de septiembre de 2011

Días



A veces se me atragantan las historias y mis manos se vuelven perezosas, desganadas. Supongo que todos somos presa en algunos momentos de la desidia, de los pretextos, de ese dejarse llevar a ningún sitio. Llevo unos días queriendo contar, pero algo me lo impide. Hoy me despierto entre sábanas revueltas, de espaldas a ti. No necesito mucho más, sabes que con tenerte cerca y con rozar tus pies con los míos helados, es más que suficiente. Siempre creí que velar el sueño de la persona amada suma más que resta.

Y ahora, callo, porque mis palabras no quieren despertarse; y te miro. Y no se me ocurre otra mejor manera de pasar la vida más que ésta. Tú, dormido, yo, observándote. Y la respiración acelerada.

Y es que hay días que son así de fáciles...

19 comentarios:

  1. Pues para ser una historia atragantada, es de gran belleza. ¿Días fáciles? El amor es eso, aunque nos empeñemos en darle otro sentido.
    Cada vez que escribes, alegras mis días. Eres buena, Cristina. Tienes el don de saber llegar...
    Maca.

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  2. Estoy con Maca.
    Puedo tener día pesado y hasta espeso, pero ....
    Me embelesas, dejas sin palabras una y otra vez

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  3. Pues sí, tienes toda la razón. La vida a veces es así de fácil, aunque tengamos una irrefrenable tendencia a complicarla.
    Saludos.

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  4. ¿Sabes una cosa, Cristina? Tu éxito radica en la sencillez. No hay más.
    Alexis.

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  5. Estoy muy de acuerdo con Alexis y con Maca...
    Danos mas, no nos dejes en vilo solo por el hecho de que se atraganten las historias.
    Mariola.

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  6. Lo haces facilmente bonito... me alegro de que en tus dias de perez seas capaz de sentir con esas delicadeza las sensaciones que te rodean.

    Saludos ;)

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  7. blablablablablablabla. Pues a mi me parece una tonteria este cuento o texto o como le quieras llamar. Pero en fin... si a los demas les gusta que te aplaudan.

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  8. ANONIMO, ¿y porque no te identificas para que te aplaudamos a ti?
    Estoy segura que lo sabes hacer mejor delitanos con un buen texto "a tu sabio entender"

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  9. Dirigido al "Anónimo" anterior
    Estimad@ anónim@:
    Tu comentario no alcanza a ser una crítica; se queda en el nivel pueril "No me gusta", "Me gusta", como los niños en referencia a las alubias verdes). Para criticar hace falta algún criterio, un argumento... En fin, algo. Consejo: lee más y no pierdas tanto el tiempo en internet y su bla, bla, bla, bla de patio vecinal. Otra opción te la ofrece AFRICA: danos una muestra de tu pericia literaria y exquisito gusto artístico.
    Un cordial saludo,
    Juan
    Un cordial saludo,
    Juan

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  10. Cristina, te conozco desde que jugábamos con muñecas, y si algo puedo decir sobre ti, es que despiertas pasiones. Y ya sabes, mujer, que las pasiones incluyen también a la envidia.
    Un fuerte beso.
    Rosa.

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  11. Rosa es Rosa Mari (aunque el Mari se perdió cuando cumplí los 18)

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  12. Gracias a tod@s por vuestros comentarios. Ayer me mosqueé un poco, cierto, pero tenía mis razones, pues sé de dónde procede el comentario de es@ anónim@ y conozco bien sus motivaciones... A veces, la indiferencia no es tan suficiente como pensamos.
    Besos.
    Rosa, este mundo virtual no deja de asombrarme. Bienvenida.

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  13. Cristina, hay ocasiones como sucede en tus "dias", que hasta es bueno enfadarse un poquito y ante gente dañina mostrarles quien eres. Y encima te llevaste después un placentero día. Claro se lo dejaste y por nosotros ni preocuparte, ansiosa estoy de tu proxima maravillosa entrada.
    De vez en cuando me estarás viendo entrar aunque no te diga.
    Un abrazo cordial

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  14. áfrica, dejémoslos ladrar. Y yo, encantada de que entres aquí.
    Beso enorme.

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  15. ¿blablablablablablabla? <-- Una balbuciente constatación de la (no tan) anónima envidia. Primaria y desarticulada, como lo es la envidia, casi siempre.

    El anonimato no nos protege de nuestros propios infiernos.

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  16. Muy reflexivas tus letras,
    exactamente, hay momentos buenos y malos en la vida.
    que tengas un feliz fin de semana.
    un abrazo.

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  17. Sin duda, Jorge, nuestros infiernos no desaparecen tras el anonimato.
    Gracias a ti y a Ricardo por venir (y decir).

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