jueves, 1 de noviembre de 2012

Madurez

La llamada Teoría de la Mente viene a decir que todos somos capaces de inferir los estados mentales de los demás con independencia de los nuestros, de modo que actuamos en consecuencia teniendo en cuenta lo que los demás saben o no sobre una situación determinada, según su punto de vista o sobre lo que piensan al respecto. Hay casos, como sucede en los niños pequeños, en lo que ésto no es así, pues su visión es única y unívoca, sin ningún tipo de discusión ni opción alternativa.
Piaget, con su Test de las Montañas, nos lo hizo ver de forma clara. Se le muestra a una niña pequeña una maqueta de las montañas suizas en la que se representan tres grandes picos, cada uno de ellos siguiendo al anterior en línea recta. A la niña se la coloca en un extremo de la mesa y al otro lado de la misma se coloca un oso de peluche. Resumiendo, a la pequeña se le pide que cuente cómo ve el oso las montañas, y en todos sus dibujos muestra su propio punto de vista, jamás el del peluche. Quizá, cuando cumpla ocho o diez años, sea capaz de contarnos lo que ve el oso, olvidando el punto de vista que le da su propia posición. Según explicaba Piaget, estamos muy equivocados al pensar que los niños son réplicas en miniatura de nosotros mismos, que su comprensión es innata y que incluso se plantean las mismas cuestiones que un adulto y, con sus trabajos, demostró cómo los procesos de razonamiento van evolucionando desde lo concreto y lo personal hasta lo abstracto e interpersonal. 
Pienso que no hace falta tener cuatro años para que ésto nos siga sucediendo de manera automática, a pesar de toda la madurez de la que ¿disponemos?... Creer que los que nos rodean están felices o enfadados sólo porque nosotros lo estamos, que opinan lo mismo sobre la mayoría de las cuestiones y atrevernos así a opinar sin tener ni puñetera idea de lo que ronda por sus cabezas. No explicar lo que nos sucede pero dar por hecho que los demás son adivinos y deben responder de la manera correcta atendiendo siempre a nuestras necesidades. A veces debemos creer que los demás leen nuestras mentes y en ellas se percatan de nuestros deseos, nuestros miedos, nuestros 'Quiero que hagas ésto pero ni de coña te lo voy a pedir, porque tienes que saberlo sin soñar con que yo te lo explique'.
Y es que siempre, en algún momento, todos olvidamos lo poco, poquísimo que puede ver el oso desde donde está sentado; hemos creído, cómo no, que el pobre peluche veía perfectamente y desde nuestra misma perspectiva las montañas suizas. Y nos hemos preguntado, malhumorados, por qué narices el peluche no habla y nos lo explica. 
Ay, la madurez...

16 comentarios:

  1. Mira que escribes bien, mira que te lo tengo dicho, mira que empiezas con una teoría de la mente y acabas haciéndome reflexionar con tus giros improvisados. Mira que me gustas.....

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  2. no firmé mi comentario, mira por dónde, je je je.
    F.T.

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  3. Cuánto nos cuesta decir las cosas. Solemos darnos cuenta tarde, demasiado tarde casi siempre, de lo que hemos perdido por callar.
    Me gusta esta nueva línea psicológica desde la que nos hablas últimamente, Cristina.
    Un abrazo.
    Aléxis.

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  4. Contigo, nunca se sabe. Pensé, mientras leía, que era una lección de psicología. Y lo es, sin duda. Pero aplicada a la vida. Genial texto, una vez más he de decirte que me sorprende tu capacidad de envolver al lector.
    Maca.

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  5. Me pregunto: "¿Qué hace una chica como tú hablando de un Piaget como esteeeeeee eh ehhhh...?"
    Pensaba, o lo pensé en su día, que no te gustaba demasiado Piaget, que eras más de otras corrientes. ¿Pensé mal o es que le has cogido el gusto?
    Toño.

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  6. En realidad no hemos crecido mucho mentalmente verdad?

    En años si.

    Besos.

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  7. Sí, realmente yo a veces creo que todos tienen que ser adivinos de mis estados de ánimo.


    bss

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  8. Gracias, gracias, gracias.
    Toño, Piaget bien merece unos 15 minutos ;))
    Toro, crecemos, a veces, como bonsáis, cierto.
    Claudia, eso es algo bastante generalizado. No hay vacuna, así que, empecemos a comprar bolas de cristal para los que nos rodean, y una también para nosotros, a ver si así...

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  9. Maravillosa reflexión... y es que las personas por norma somos el centro de nuestro mundo, si no el único el más importante. Creo que es difícil distanciarse de uno mismo aún pretendiendo empatizar con los demás.

    Interesante.

    Besos almendrados ;)

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  10. ¿sabes como me gusta comerme un bombón? ...
    Despacito para que su sabor perdure lo más posible.
    Eso me pasa con tus entradas que me haces reflexionar con algo tan cotidiano que todos tenemos la mala costumbre de hacer ...
    las leo una y otra vez y quizá comento al tiempo o no.
    Si no te lo digo, como no eres Rappel, no te puedes enterar ;)
    Me encanta
    Un fuerte abrazo

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  11. África, un placer -como el de comerse un bombón despacito- que comentes cuando te apetezca;)
    Beso fuerte.

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  12. Espero que te mejores pronto.
    Ánimo.

    Besos.

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  13. Despacito, muy despacito, noto desde ayer una ligera mejoría. Después de la inmovilidad y del dolor insoportable, ya es mucho, querido Toro.
    Un beso fuerte y agradecido.

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  14. Muy buena la reflexión Cristina.
    Buen fin de semana,
    ¡Feliz Navidad!
    un abrazo.

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  15. Me tienes un poco nervioso. Hace más de dos meses que no escribes nada en tu bitácora, y yo, que soy asiduo y ya me la sé de arriba a abajo, protesto. Voy a proponer una huega de hambre o algo así a todos los que te leemos, para que espabiles, juer.
    Gálvez de Nieto.

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