viernes, 14 de marzo de 2014

Juego

"Mihaly Csíkszentmihalyi definió el concepto de 'Flujo' como un estado en el que el individuo, al estar absorbido por una actividad, reduce su foco de atención a esta, fusionándose así conciencia y acción. 
En el juego, el fin no sería entonces ganar o perder, sino simplemente divertirse ejecutando esa acción placentera. Así, la principal misión del juego sería simplemente jugar, y aquellas actividades que favorecen el reto personal, que suministran el feedback de la acción y cuya acción es absorbente, podrían llegar a producir lo que él denomina 'flujo', experiencia con un componente emocional muy poderoso que mantiene e incita a la acción, pero que a su vez está cargada de un hedonismo placentero que nos provee de sensaciones agradables mientras se está llevando a cabo"
(Viejos apuntes de Psicología)

Quizá ahí está la atracción y a la vez la trampa, cuando las cosas son divertidas, sin más; cuando no es necesaria otra clase de incentivo. Así, los crucigramas que nos retan desde los periódicos, los juegos de azar, los puzzles y las máquinas tragaperras pueden llegar a hacerse tan adictivos. Por eso enganchan las caricias, las largas conversaciones y tantas otras cosas que no ofrecen más que lo que son, con su dinámica interna como único cebo. El problema es que no siempre sabemos elegir las apuestas, las cuestiones por las que de verdad merece la pena arriesgarse, y muchas veces nos vemos enredados en intrincadas soluciones que fracasan, negociaciones que no avanzan y en perversos mecanismos que perpetúan situaciones que están en vía muerta. Inmersos en un presente que tan sólo dirige su mirada hacia el mañana, dedicamos una eternidad a actividades sin sentido, a relaciones estacionarias y a objetos y compras que actúan como antídoto contra esas rumiaciones y tendencias que calman los deseos recurrentes  de romper con todo. Nos involucramos en distintos juegos, algunos tan sencillos como lanzar una moneda al aire deseando con fuerza que salga cara, y otros más complejos como la ruleta. Si nos ponemos en lo peor, y sale cruz, tampoco importa tanto. Restan infinitas posibilidades más con ese 50% de posibilidad de éxito intactas. Tal vez por eso mismo resulta tan buen juego este de la vida, porque se vuelve adictivo y no puede predecirse con exactitud, porque el simple hecho de apostar ya produce hormigueos en la piel y porque los golpes de suerte aparecen cuando menos los esperas.Y es que a veces resulta divertido vivir a base de pronósticos, jugadas maestras y trucos que pretenden burlar a la banca.

8 comentarios:

  1. Y cómo sabemos si en su momento supimos elegir?

    Entonces éramos otros?
    Y nuestras circunstancias eran otras.

    Cómo podemos juzgar desde ahora lo de hace años?

    No sé...

    Yo soy adicto a leerte.

    Besos.

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  2. Carlos, estoy de acuerdo contigo en lo que respecta al fluir de las cosas, que suele desembocar en una perfecta armonía. Me he debido de explicar muy mal si entiendes que establezco una equivalencia entre caricias y máquinas tragaperras, pero ese malentendido me lleva a hacer una reflexión interior que también dejaré por escrito: en la ludopatía, al igual que en la vida, no siempre vemos más allá de la siguiente jugada, ni solemos pensar en esa parte sórdida, ni en las posibilidades de pérdida. No cabe duda, por más que merezca la pena -y la alegría-, que viviendo se arriesga más que con una mala mano de cartas, o metiendo una moneda de euro por la ranura de una maquinita.
    Y sí, pobre de aquél cuya vida se reduzca a las pautas que mencionas, pero no todos hemos tenido las mismas oportunidades ni hemos recibido las mismas dosis de afecto. Yo amo la vida por encima de todas las cosas, me gustan el roce, el tacto y el contacto, la piel, las caricias, es más, forman parte de mi forma de entender la vida, de que esta cobre otro significado. Pero sé dónde vivo, y también sé que es muy sutil la línea que separa el paraíso del infierno, y que no siempre depende de nosotros el hecho de traspasarla. Por eso, sí, 'pobre de aquél...', pero añado: afortunados nosotros. Y me callo, que no quiero parecer una réplica en femenino de Paulo Coelho ;)
    Toro, querido Toro, ¿quién sabe si elegimos bien? Yo no, desde luego. Muchas cosas son tan azarosas... Siempre hay una rendija por donde se cuela lo inesperado, por mucho que nos empeñemos en tenerlo todo controlado y bien medido (afortunadamente), pero si dormimos bien, quizá no vamos por mal camino.
    Salvando las distancias de la incontrolabilidad del hábito, es un honor para mí y una putada para mi ego que seas adicto a leerme ;)
    Besos y caricias. Y gracias por comentar, siempre.

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  3. A mí me gusta tu juego. Nos coges de la mano y nos llevas hasta el punto al que tú quieres llegar, pero no se adivina, y eso es lo que me gusta de tus post, dónde va a ir a desembocar lo que quieres decir. Al final sí, está claro.
    Un buen post, Cristina, una buena manera de mostrar esa parte del ser humano más débil.
    Un abrazo,
    G. de Nieto.

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  5. Otra vez se me escapó la rúbrica.
    Soy Toño.

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  6. Me ha encantado. Tus metáforas juguetonas me tienen enganchada. Metería una de esas monedas de euro para poder leerte. Más no, que está la cosa muy achuchada, jejejejeje.
    Besos,
    Maca.

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  7. Sigo este blog desde hace tiempo y nunca comento, pero hoy sí lo hago para decir que la sensibilidad de la autora me parece impresionante, y esa capacidad para manifestar lo que tantos pensamos y no sabemos cómo decirlo. Esa equivalencia entre una máquina tragaperras y una caricia me parece una metáfora, parte de un juego en la escritura. Cristina, pienso que tienes mucha razón cuando hablas de esa línea divisoria entre el paraiso y el infierno.
    Un abrazo.
    Azucena.

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  8. Cuántas posibilidades hay para vivir y aprovechar el tiempo; en esas es en las que hay que apostar y jugar. ¿o no?
    Haya paz, hermanos, que leyendo vuestros comentarios da la sensación de que alguien ha lanzado una bomba en este blog. Y yo no he sido ;)
    Gracias de nuevo, a todos.

    *Toño, ya hablaremos de esas 'corrientes psicológicas'con las que comulgaba y hoy me dejan el estómago pidiendo Álmax. En lo esencial, sigo siendo yo, tampoco te asustes :P

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