jueves, 1 de mayo de 2014

Regalos

Me doy cuenta de que con el tiempo me estoy aficionando a las palabras pequeñas, a esas que están llenas de provisionalidades, sujetas por andamios, débiles y transitorias. Consciente de que se pueden derrumbar con un soplido, las guardo como si fueran de cristal en el cielo de mi boca. Atesoro tres que me han ido regalando: 
'Risa', que estalla en mi interior descontrolando mi compostura y las pautas que marca el encorsetamiento.
'Beso', pronunciada de tal modo que sus letras  se fugan como un susurro hasta colarse debajo de mi ropa para dejarme la piel de gallina.
'Fe', que con caligrafía infantil y escrita a lápiz, se esconde tímida y delicada en mi garganta; la más minúscula de todas, la más frágil y asustadiza, pero también la más independiente. La que salta hasta la punta de mi lengua cuando menos me lo espero y la que siempre me acaba convenciendo con sus juegos en la comisura de mis labios. 
Siento que son los mejores regalos que me ha dado la vida, tres palabras. Nada más y nada menos...

5 comentarios:

  1. Valioso regalo, guárdalas bien, sobre todo la más pequeña.
    Abrazo grande, con seis letras, que tampoco son muchas. Ya tienes cuatro.
    Aléxis.

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  2. Cristina, esta entrada me ha encantado. Tres palabras, nada más y nada menos, como dices. Como solo tú sabes decir.
    Besos.
    Elena.

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  3. Risa, beso, fe, ¡eres afortunada!
    Guarda bien la más pequeña, que es la más escurridiza. Los besos y la risa vienen y van, pero la fe debería quedarse.
    Me ha gustado leerte, como siempre.
    Maca.

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  4. Soy afortunada, sí; muy afortunada en mi 'minusculez' ;)
    Beso, risa, fe, y gracias por pasaros.

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