martes, 20 de mayo de 2014

Termitas

Cuando se presenta una tragedia, no hay nada que impida que nos hagamos trizas, carcomidos como esos techos antiguos de madera repletos de diminutos agujeros, fruto de una invasión de termitas. Ese pequeño ejército trabaja sin hacer ruido hasta que un día fallan nuestros cimientos y los tobillos se quiebran, tambaleándonos hasta caer al suelo, y lo único que somos capaces de hacer es llorar sobre la almohada. La mejor manera que tenemos de huir es olvidándonos de nuestra pérdida buscando como bálsamo el placer. Nos refugiamos en todas las manos y en todos los cuerpos hasta que la risa, el alcohol, las drogas o los aplausos se vuelven ineficaces como analgésicos para el dolor del alma. 
Agotados, descubrimos que no existe escondite que burle nuestras lágrimas y con suerte tal vez lleguemos a entender que tan sólo el dolor mitiga el dolor; que es sólo cuando se cauteriza la herida cuando esta se desinfecta por completo. Que las termitas son difíciles de erradicar y que lo mejor es aceptar su presencia y acostumbrarnos a esos agujeros que nos van dejando dentro.

© Cristina R. G.


* Texto que aparece en una de mis libretas y que hoy me resulta extraño, ajeno a mí. No sé exactamente de qué año es, pero lo que sí puedo afirmar es que mi concepto de 'tragedia' estaba muy errado entonces.

6 comentarios:

  1. El dolor cura el dolor, termitas para acabar con otras terminas. Interesante, como todo lo que escribes, aunque te resulte extraño o ajeno a ti.
    Abrazos, Cristina.
    G. de Nieto

    ResponderEliminar
  2. Cuando uno es joven cualquier desencuentro emocional es tildado de tragedia.

    Con el tiempo seleccionamos mejor.

    De todas formas el tratamiento para curarla es correcto.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Estoy con Toro Salvaje. Lo malo es que a veces tardamos mucho tiempo en minimizar los conceptos y parecemos un queso de gruyere, o uno de esos techos de los que tú hablas.
    Besos,
    Maca.

    ResponderEliminar
  4. Muy trágica nunca fuiste, Cris, pero voy a decir, aunque me ponga muy conductista -me gustaría ver tu cara ahora mismo, je je je-, que lo suyo sería que antes de aplacar nuestros males con placeres que no sabemos si estamos en condiciones de disfrutar,ir solucionándolos uno a uno, con análisis y método. Qué te voy a contar, hija mía.
    Bicos,
    Toño.

    ResponderEliminar
  5. G. de Nieto, mejor tocar fondo y derrumbarse para fortalecerse, nada de escapar. Como dice la canción, 'Cuando era más joven, buscaba el placer engañando al dolor...'. Pues eso: cuando era más joven ;)
    Toro, ahí está el tema, en que con los años aprendemos a relativizar. Y nada es tan terrible ni tan maravilloso. Pero claro, sólo los años nos lo cuentan...
    Maca, lo bueno de tener agujeros es que a través de ellos se cuelan las penas y podemos ver a los demás, jajaja. Todos somos un poco 'queso', sí.
    Toño, durante un tiempo creo que aspiré a ser la reina del melodrama :P Este monigote que saca la lengua va como respuesta a la mención conductista. Eres cruel, jajaja.
    Besos cómicos para todos, venga, a repartir:)

    ResponderEliminar
  6. Sí es verdad, todos somos un poco queso.
    Un abrazo
    Azucena.

    ResponderEliminar